viernes, 23 de marzo de 2012

Ángel de la prudencia


Te devuelvo la música
Antología de tu espléndida voz
Que tiene el sabor de los vientos que atraviesan la Costa
La largo de mí junto con esta carta
A ella debiera secundarla la mismísima Lhasa
Aquella canadiense que un día me presentaste
Como uno de tantos discos francamente inencontrables
No lo entendí por cierto a cabalidad hasta justamente ahora
Que yace imprudentemente extraviado
En casa tal vez de un viejo conocido
Todo es un desorden en mi regreso a tu impugnable ausencia
Trataré de compensarte

Permíteme continuar con un verso de Rilke:
“todo ángel es terrible”
Y retroceder ante él y ante ti
Como una misma belleza que sólo podría mutilarnos
A nosotros los que aprendimos a vivir la vida como quien prefiere perderla
Jamás aprendí la prudencia
Muestra de aquello es haber intentado tenerla
Y que imprudente resulta acercarse a tus labios
En horas que se pueden topar con la hora del té
La del descanso o la de salvar a la patria
Toda belleza se paga
Al igual que el amor otro cretino imprudente
Pero por piedad a mi oficio
Que el costo sea el abismo
Menos que eso puede ser impagable.

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